"El vicio llamado Surrealismo consiste en el uso desordenado y pasional del estupefaciente imagen", escribía Louis Aragón. "Pasional" y "desordenado": no se podría calificar con más acierto el uso que los surrealistas hacían de la imagen. La fotografía está presente en todas las actividades del grupo: se colecciona e intercambia; acompaña la publicación de libros, revistas y octavillas; es fuente de inspiración de textos o juegos, y en manos de algunos alcanza el estatus de obra y se expone junto a pinturas, esculturas u objetos surrealistas. La fotografía es tan importante en sus vidas como en su arte.
A través de cerca de 500 reproducciones de obras y documentos visuales, diversos ensayos históricos y teóricos, así como una antología de textos, este libro tiene por objeto catalogar y estudiar los múltiples usos que los surrealistas daban a la fotografía. Reúne una amplia colección de las instantáneas más hermosas de Man Ray, Hans Bellmer o Claude Cahun; presenta obras poco conocidas, como los fotomontajes de André Bretón, Paul Éluard o Antonin Artaud, y saca a la luz trabajos que hasta el momento eran de ámbito confidencial: los objetos fotográficos de Leo Malet, los montajes de imágenes de Benjamín Fondane o las abstracciones de Artür Harfaux, entre muchos otros.
Más allá de la diversidad de las prácticas y de las formas plásticas, esta publicación trata de evaluar el...