"Ninguno como el autor de Canciones de Arauco puede llamarse mejor que él un poeta nacional. Rudo y fuerte como nuestra tierra, sin los refinamientos que caracterizan a otras naciones en estado de decadencia, sus palabras tienen la espontánea agilidad de incomparable sencillez de toda palabra joven aún, no estragada por un largo vivir.
Canta la soberbia naturaleza chilena y en sus páginas se oye a menudo el misterioso rumoreo de las selvas vírgenes, el largo rugido de los pumas, el fornido acezar de encarnizados combatientes..."